La historia de familia entrerriana donde la donación en vida es una constante

La historia de familia entrerriana donde la donación en vida es una constante

Daniela Tomé es protagonista de una curiosa historia familiar, sesgada por la solidaridad, cuya experiencia es un valioso relato concientizador de la importancia de donar órganos. La mujer -de 51 años de edad-, oriunda de Bovril y radicada hace muchos años en Paraná, se encuentra atravesando el posoperatorio de un exitoso trasplante de riñón.

En diálogo con FM Estación Plus Crespo, Daniela relató: “A los 21 años fui diagnosticada de Poliquistosis renal, que es una enfermedad por la cual los riñones se llenan de quistes, se agrandan y con el tiempo comienza la disfunción renal. Es una patología hereditaria. De hecho, la tuvo mi abuela, mi mamá, dos tías, un primo, yo y mi hijo”.

La familia conoce ampliamente los efectos destructivos de la enfermedad, que ha llegado a cobrarse una vida, pero que también ha posibilitado que se repliquen gestos altruistas entre distintos integrantes del seno. Tomé contó: “El primer caso de trasplante renal lo tuvimos con mi primo, que su esposa fue la donante. Ellos están en Buenos Aires y han podido desarrollar una buena vida posterior. Después ingresó a lista de espera mi mamá, que lamentablemente no llegó a recibir donación, porque los familiares que en ese momento se hicieron los análisis de compatibilidad -hace 28 años atrás-, no alcanzaron el elevado porcentaje que se exigía en ese entonces. Antes había que reunir prácticamente un 100% de compatibilidad para que el trasplante proceda. Gracias a Dios, la ciencia ha avanzado mucho y hoy el porcentaje faltante se puede compensar con drogas, que hacen que el rechazo sea menor”.

Daniela se convirtió en la tercera integrante en necesitar un nuevo órgano: “Siempre me hice controles anuales, mientras mantenía una vida prácticamente normal. Sin embargo, hace dos años fui a donar sangre -que es una costumbre que tengo-, y no pude hacerlo porque me detectaron anemia. Por la pandemia había retrasado los chequeos habituales, y cuando los hice, me surge que la insuficiencia era importante. Incluso en Buenos Aires me dijeron que ‘ya mismo’ debía entrar en diálisis. Por suerte, mi nefrólogo de acá me fue estirando los tiempos y sólo estuve en diálisis los últimos 5 meses. Tuve un catéter, no fístula, porque ya ingresé teniendo donante”.

Afrontar el trasplante renal fue nuevamente un desafío asumido en familia, desde donde surgió la donación y un abanico de postulados: “Mi hermano se ofreció a donarme un riñón, pero no pudo porque le encontraron quistecitos. Tres primas fueron descartadas porque no tenían el mismo grupo sanguíneo que yo; y otras tres primas se hicieron los estudios. No necesité convocar a ninguno de los conocidos que también se ofrecieron. Me siento una bendecida, las tres primas se debatían por ser mi donante -todas reunían la aptitud-, así que tuvimos que sortear quién sería. Fue Evangelina Lescano, que tiene la misma edad que yo y ya de más pequeña se había ofrecido a donarle a mi mamá, pero ella se había negada, visualizando que probablemente yo necesitaría. Así fue que me recuperé de una nefrectomía y el 8 de agosto volví a la vida. Lo llamo así, porque los cambios son muchísimos. Estoy en posoperatorio, pero ya me siento renovada. La intervención se hizo en Santa Fe, salió todo muy bien y a los 5 días obtuve el alta y mi prima también”.

“De los dos riñones míos, uno me sacaron y el otro quedó -aunque no funciona-. Tengo adelante el riñón donado, que es el que me permite vivir con calidad”, clarificó.

Alentando este tipo de noble gesto, posible de realizar en vida, Daniela Tomé comentó: “Mi prima Evangelina está con unas pequeñas dolencias propias de la cirugía y nada más. Cuando nos interiorizamos cómo sería la vida después del trasplante, el médico nos indicó que los cuidados son los mismos que tiene que tener toda persona que quiere llegar con una buena calidad de vida a cierta edad. Es decir, nada en especial, sino mantener un peso saludable, hábitos sanos, hacer ejercicio, y consumir poca sal”.

En cuanto a la cadena de donaciones intrafamiliares, la mujer comentó: “En mi familia siempre se habló mucho el tema, todos hemos expresado la voluntad de donar en los carnets y demás trámites, pero obviamente que hacerlo para un familiar directo es ver en pleno la verdad de que salva vidas. Hay mucha sincronía en nuestra historia: comencé a dializarme a la misma edad que mi mamá, mi hijo fue diagnosticado a la misma edad que yo, se han dado muchas cosas similares. Por eso nuestro propósito con mi prima, es dar testimonio de la donación. Vivo para contarlo”, celebró.

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