Comenzaron a investigar un brote de botulismo que comenzó en un encuentro familiar
El botulismo es una enfermedad tóxica grave que suele ocurrir por consumir alimentos en mal estado. No es frecuente, pero cuando se desencadena su letalidad suele ser alta. Según la Organización Mundial de la Salud, oscila entre el 5 y el 10 por ciento. “Es una enfermedad neuro paralítica potencialmente letal, tratable y prevenible”, explicó el Ministerio de Salud al informar sobre un brote que acaba de ser detectado en el Conurbano y que aún se encuentra en investigación.
La buena noticia es que la rápida administración de antitoxina reduce a menos del 10 por ciento la letalidad, y la identificación oportuna del alimento permite prevenir que se produzcan nuevos casos. Según se informó, al parecer las autoridades sanitarias pudieron actuar con rapidez y evitar que la cadena de contagios continuara.
Todo comenzó hace pocos días, el 24 de agosto, cuando fueron notificados al Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud (SNVS) cuatro casos sospechosos de botulismo atendidos en hospitales y clínicas de la Ciudad de Buenos Aires y uno en la provincia de Mendoza.
Todas las personas afectadas, según la información difundida, habían compartido una reunión familiar en una casa del conurbano bonaerense en la que participaron unas 15 personas. De las cuatro personas afectadas hasta el momento, tres son adultas y una es un menor de cinco años. Todos se encuentran hospitalizados.
“Recibieron tratamiento con suero antibotulínico. Las áreas de epidemiología y bromatología de las jurisdicciones realizaron la investigación correspondiente. Pudo conocerse que se trata en todos los casos de familiares que compartieron, entre otros alimentos, una conserva casera que se constituyó en alimento sospechoso”, informó el Ministerio de Salud.
El 25 de agosto, los análisis de laboratorio confirmaron uno de los casos asistidos en la Ciudad de Buenos Aires y obtuvo resultados positivos a partir del estudio de uno de los frascos que contenían la conserva consumida.
“La sospecha y notificación tempranas de los casos posibilitó identificar rápidamente a los afectados, implementar el tratamiento de forma inmediata y movilizar la investigación epidemiológica, lo que permitió evitar el posible consumo de los otros frascos producidos. El diagnóstico realizado en menos de 24 horas permitió confirmar el brote y la fuente y vehículo de la intoxicación”, agregó el informe oficial.
El botulismo se presenta de tres formas: de manera alimentaria, a partir de la intoxicación grave que surge después de ingerir la toxina preformada presente en alimentos contaminados. También en heridas donde se observa el mismo cuadro clínico después de que el microorganismo que lo causa la contamina, y por último existe el botulismo del lactante, que afecta a niños menores de un año.
Los síntomas iniciales de botulismo incluyen fatiga intensa, debilidad y vértigo, seguidos generalmente por visión borrosa, sequedad de boca y dificultad para tragar y hablar. También puede haber vómitos, diarrea e inflamación abdominal. El periodo de incubación oscila entre 12 y 36 horas, con extremos que van desde las 6 horas hasta (excepcionalmente) los 10 días.
Como prevenirlo
El Ministerio de Salud recomienda “evitar la preparación de conservas domésticas envasadas si no se poseen los conocimientos y los elementos necesarios para una elaboración adecuada”. Si se decide prepararlas “deben ser calentadas a 100°C por 30 minutos a fin de destruir la toxina botulínica que pudiera estar presente”.
También aconsejan “evitar consumir productos directamente del envase; antes de hacerlo deben ser sometidos a calentamiento, aun cuando los mismos no presenten signos de alteración. Antes de su consumo y siempre que sea posible, someter los alimentos a ebullición durante 30 minutos a fin de destruir la toxina. Preferentemente con el envase cerrado y sumergido en suficiente cantidad de agua”.
Por último, “descartar todo alimento que se considere sospechoso: cambios en el color y/o la consistencia del producto; olor desagradable o no característico, turbiedad no habitual del líquido en ese tipo de producto, sabor diferente o anormal o pérdida de la acidez normal o tapa hinchada (en estos casos descartar el envase sin remover la tapa), o expulsión de gas al abrir los recipientes”.
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