Por qué el consumo masivo no mejora ¿Qué se espera hasta fin de año?
Aunque el promedio de los salarios privados vienen creciendo en términos reales desde los últimos meses -los datos oficiales son de julio y hasta ese momento acumulaban cuatro meses consecutivos con subas-, el consumo no está reaccionando como se prevía en el comercio.
Algunos rubros muestran una tenue desaceleración en la caída interanual y una recuperación en comparación con el mes previo, pero son sectores que parten de cifras muy bajas, como fue el sector de electrónica y electrodomésticos, cuyas mermas alcanzaron a 50% real en la primera parte del año. Y, por otra parte, el incremento de la financiación ayudó a dinamizarlos.
Pero no es el caso del consumo masivo, que se mantiene con números cercanos al 20% de contracción respecto de igual período del 2023 y ni las promociones lograron revertir ese escenario.
Los datos de septiembre aún no fueron cerrados, pero fuentes del mercado afirmaron que según números preliminares que relevó la consultora Scentia en las grandes cadenas de supermercados la caída rondó 18% versus un año antes.
En agosto, la firma que lidera Osvaldo del Río mostró una merma de 17,2% interanual, “la más dura de los últimos años”, y un acumulado en los primeros ocho meses de menos 10%. En cuanto a los canales, en el canal moderno (grandes cadenas) la baja fue de 17,9%, mientras que en los autoservicios llegó al 16,5 por ciento.
Un escenario similar o peor se estimó para septiembre. Recuerdan los expertos del sector que se está comparando con períodos de altísimo consumo debido al “plan platita” del gobierno de Alberto Fernández para competir electoralmente, la alta inflación, que motivaba a la gente a consumir, y la especulación de que en diciembre habría una devaluación, con lo que ello implica en términos de precios.
“Fueron momentos donde los consumidores, distribuidores y productores almacenaron productos al máximo”, recuerdan las fuentes.
Un informe de la consultora Analytica dio cuenta de esta situación y lo explica a partir de la reconfiguración del gasto que tuvieron que hacer los hogares a partir de la suba de tarifas de servicios públicos.
“¿Por qué esta disociación?”, se preguntan sus economistas, respecto de que la suba de los salarios reales no se traduce en un mayor consumo. La respuesta que dan es que “en parte se explica por el incremento del peso de los servicios en los ingresos, cambió la composición de los gastos de los hogares: mientras que el índice de salarios aumentó 128,5% frente a noviembre, los gastos en electricidad, gas y combustibles lo hicieron 320,2%, que se suma al incremento del 252,6% en los gastos de transporte público, entre otros servicios. Es por esto que la mejora de los salarios no es suficiente para recuperar los niveles de consumo del año pasado. Y el incremento del crédito en tarjeta estaría evitando una caída aún mayor”.
El Indicador de Consumo (IC) que elabora la consultora Ecolatina para la Cámara Argentina de Comercio (CAC) arrojó una caída interanual en agosto del 7,8% y también una contracción respecto de julio, lo que provocó que se revierta el alza mensual que había registrado en comparación con junio. De esta manera, en los primeros ocho meses de 2024, el consumo acumuló una disminución del 6,4% cotejado con el total de similar tramo del año previo.
Qué gastos recortaron las familias
Otro informe de la consultora Sentimientos públicos dio cuenta de que “hubo recortes en los gastos de varios rubros durante el último semestre: en gastronomía fue 65%; en cultura 60%; en indumentaria 58%; y en turismo 57 por ciento”.
Además, el relevamiento arrojó que “alrededor del 40% de las personas encuestadas aseguraron haber reducido su consumo de carne, de café en establecimientos y de gratificaciones comestibles, como postres, golosinas o snacks”.
Asimismo, el estudio detectó que 3 de cada 10 argentinos suspendieron el uso de plataformas de streaming o la ayuda económica a familiares o amigos, mientras que un 21% ajustó sus gastos en medicamentos y 16%, directamente optó por dejar los desayunos o las meriendas.
Según el reporte, ese escenario negativo se incrementa aproximadamente en un 15% entre los mayores de 65 años. Sin embargo, quienes votaron a Javier Milei declararon haber reducido sus consumos un 50% menos que el resto de la población, salvo en una categoría (salud mental), donde la diferencia es de apenas 20 por ciento.
“En un país con gastronomía premiada y altos niveles históricos de consumo de carne, se come cada vez peor. Menos insumos, menos gratificaciones. Es una sociedad que achica sus espacios de goce, pero también de sociabilidad”, aseguró el director de la consultora Sentimientos públicos, Hernán Vanoli.
Fuente: InfoBae
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