En Rosario se duplicó la cantidad de asistentes en los comedores universitarios

En Rosario se duplicó la cantidad de asistentes en los comedores universitarios

Con presencialidad casi plena en las facultades y un contexto de crisis económica agobiante, se duplicó el número de estudiantes que asisten a los comedores de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Así, se reparten 6.500 tickets diarios para atender la demanda creciente de alumnos que deciden alimentarse por 90 pesos, en almuerzo o cena, o con desayunos a 40 pesos. “No existe, no comprás ni un paquete de 9 de Oro”, comparó un joven sobre la coyuntura inflacionaria y el costo de los alimentos, que ponen en jaque a los bolsillos argentinos.

Las largas filas de alumnos o profesores son desde hace un par de semanas una postal recurrente en las veredas de los comedores de la UNR, tanto en el de Córdoba al 1800, como el de Riccheri y Santa Fe, donde deciden alimentarse para proseguir con la rutina académica.

Incremento
Ante el nuevo escenario, desde el lunes la UNR decidió duplicar los tickets previstos para cada comedor. “Los seguiremos incrementando cada semana conforme resulte necesario, para seguir acompañándonos, con todas las herramientas que la universidad pública pone a disposición de los estudiantes”, explicó el rector Franco Bartolacci.

“Estamos muy contentos por haber recuperado la presencialidad plena en todas nuestras actividades y que nuestros comedores vuelvan a ser el espacio de encuentro de la comunidad UNR, garantizando el acceso a menús nutritivos y muy económicos, a través del subsidio de nuestra universidad, en un contexto tan complejo”, agregó.

Ese derecho del que hacen uso los estudiantes, se derrama sobre sus familias y ellos lo valoran. Es el caso de Brenda y Albertina, ambas de Bombal y estudiantes de Derecho. El jueves al mediodía aguardaban en el comedor ubicado en Córdoba al 1800, donde en pocos minutos la fila ya doblaba por Dorrego. Viven en departamentos, tienen donde cocinar, pero dijeron que el comedor de la UNR “les cambió la vida. No se justifica prender la cocina”, recalcaron.

Con un recipiente para retirar el menú y llevarlo a su casa, Albertina (19) describió que el menú “es nutritivo, no se repite y hay tres opciones: clásico, vegano y para celíacos. Además te dan frutas, y pan si lo pedís. Incluyen pescado, pollo y cerdo”. Imaginate que si tuviera que ir al mercado, no compraría nada con 90 pesos”.

Para Brenda es muy práctico, porque el comedor está a media cuadra de la facultad: “Si tenés clases podés organizarte. Hay fila ahora, pero va muy rápido, en media hora te desocupás”. El costo de los platos es tan beneficioso que la joven prácticamente no tiene alimentos en su alacena. “Arroz, aceite, y yerba, eso solo”, enumeró entre risas.

Sostener la educación pública
Lucía esperaba paciente ingresar al salón. Es de Casilda, estudia Ciencias Económicas y viaja dos veces por semana a Rosario. “La verdad que es una ventaja. Voy a clases, vengo a almorzar y luego empalmo con el colectivo de regreso. Un menú en cualquier bar cuesta 400 pesos como mínimo, y una porción de tarta 150 pesos, de las más baratas”.

La mayoría de los testimonios pusieron en evidencia que la demanda en los comedores universitarios tiene directa relación con la casi plena presencialidad académica (también hay clases virtuales), pero además con la crisis que golpea los hogares y hace cuesta arriba para las familias sostener la educación superior de un hijo, sobre todo aquellos que residen en otras ciudades y tienen hacer frente a viajes y alquiler.

Es el caso de Martín, estudiante avanzado de ingeniería industrial y oriundo de El Trébol. “Me facilita mucho las cosas. Vivimos con mi hermana en un departamento, y a veces hay un rato para comer pero no alcanza el tiempo para cocinar, tampoco se justicia porque es muy barato 90 pesos”.

En el flamante y espacioso comedor de Riccheri y Córdoba, también se hace frente una demanda sostenida, sobre todo de los estudiantes de las carreras vinculadas a la salud, como Ciencias Médicas, Odontología, Bioquímicas. A metros de allí, el contraste de precios saltaba a la vista.

Es que mientras la fila no paraba de sumar estudiantes, justo enfrente una tradicional rotisería exhibía como promoción un menú de “escalope con puré mixto” a 400 pesos. Barato en términos generales, pero no resiste contra los poco menos de 100 pesos que se pagan en el comedor de la UNR. Ayer, por ejemplo, se entregó terrina de verduras con ensalada de zanahoria, lechuga, choclo y criolla. Para los celíacos, guiso de lentejas sin Tacc.

Para Leandro, estudiante de tercer año de Medicina, y rosarino de zona sur, resulta de gran ayuda: “Es un alivio para la economía familiar, y permite cursar de un tirón sin volver a su casa. Tengo clases cortadas. Me hago un rato y vengo a comer. Es espectacular, porque un menú de cualquier lado es imposible de pagar”.

Facundo también es rosarino y estudiante de Ciencias Médicas. Con una bolsa y un recipiente para llevarse el almuerzo, indicó que junto a su pareja, brasileña y también alumna de Medicina, utiliza el comedor a diario. A su lado, Valentina, de Rafaela, agregó conciencia ecológica. “Es muy rápido y el lugar está muy bueno. Nos dan un recipiente plástico, pero yo prefiero traer uno para contribuir con el medio ambiente”.

Según estimaciones, la UNR invirtió más de 200 millones de pesos en el área de Bienestar Estudiantil, lo que permite generar estas políticas para acompañar el proceso alimentario de los alumnos, y que los comedores puedan ofrecer esos precios.

 

Fuente: La Capital

DEJÁ TU COMENTARIO: Los comentarios publicados son exclusiva responsabilidad legal de sus autores.

EntreRíosYA