Desaparece el chip clásico de la línea para celulares y está disponible la iSIM
Parece un chiste de nunca acabar, o una oda al poema clásico de Martin Niemöller. Pero el anuncio de ayer corresponde, verdaderamente, con el fin del camino para la SIM, el módulo identificador del suscriptor, más conocido como el chip de plástico que vincula a un teléfono con una línea de teléfono.
El estándar SIM, que cumplió 30 años en 1991, es la forma preferida (aunque no la única) para que una operadora de telefonía móvil sepa qué dispositivo está usando una línea contratada por determinado usuario. Y eventualmente permite migrar la línea a otro dispositivo insertando ese chip en el teléfono nuevo.
Ese rectángulo de plástico, con un chip metálico, ha ido cambiando con los años, haciéndose cada vez más pequeño. De la SIM a la miniSIM y la microSIM; la versión más chica es la nanoSIM, que casi no deja plástico alrededor de la chapita que se inserta dentro del teléfono. A esa versión le siguió la eSIM, la primera en venir integrada en el teléfono: es un chip, pero en vez de estar en una tarjeta, está soldado en el motherboard del teléfono; hay muchísimos dispositivos que hace años traen una eSIM y una ranura para la nanoSIM convencional.
El iPhone 14, en la versión que se vende en Estados Unidos, prescinde de la SIM removible, y sólo ofrece eSIM (a propósito: Claro, Personal y Movistar aceptan eSIM hace años). En otros países ofrece las dos versiones: con eSIM y con chip plástico. La eSIM rompe con la idea original de cambiar de línea con solo sacar la tarjeta de un teléfono y ponerla en otro, pero lo soluciona con un código QR que cumple la misma función: cuando queremos dar de alta una línea en un dispositivo determinado le mostramos un QR y listo.
Ayer, Qualcomm y Thales dieron el paso siguiente: anunciaron la certificación de la iSIM para los chips Snapdragon 8 Gen 2 de Qualcomm, como el que usa el Samsung Galaxy S23 que se vende en la Argentina hace un mes (el téléfono hoy ofrece las dos opciones: el plástico o el chip integrado; la iSIM estará en una versión posterior).
La iSIM deja de ser un chip (removible o soldado junto con otros componentes) y se transforma en una función de software, gestionada por el procesador central (el chip Snapdragon, en este caso; es el que hace funcionar Android y los demás elementos de hardware del teléfono).
La iSIM, propuesta en 2019, tuvo su primera prueba pública hace un año, y ahora está certificada en forma oficial por la Asociación GSM (que agrupa a fabricantes de equipamiento de telecomunicaciones, de celulares, y operadoras), por lo que ya puede usarse.
Bien por ellos, pero ¿en qué nos beneficia a los usuarios comunes? Principalmente, permite hacer equipos más compactos y seguros, ya que los fabricantes no tienen que dejar lugar para la bandeja en la que se inserta el chip plástico, o en el motherboard junto con otros componentes; pueden sumar otro elemento, hacer la batería un poquito más grande o hacer el teléfono más resistente al agua o al polvo, al eliminar una puerta por donde podrían entrar.
También, dicen los expertos, debería reducir la posibilidad de SIM Swapping (que pidan un chip a nuestro nombre para robar la línea), porque ya no existe la excusa original de “no me anda el chip / se perdió”, y porque se pueden agregar claves biométricas al teléfono para impedir la habilitación de la línea en otro dispositivo sin nuestra autorización).
La iSIM también permite agregar conectividad 4G o 5G a más dispositivos, sobre todo más pequeños, y habilita la conectividad para múltiples operadoras (locales o internacionales) sin tener que reconfigurar nada.
¿Hay que hacer algo para usarla? No; el vínculo de una línea con un teléfono que tenga iSIM es igual la de la eSIM, con un código QR que provee la operadora telefónica.
Fuente: La Nación
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