Asesinaron a disparos a un empresario que estaba amenazado

Asesinaron a disparos a un empresario que estaba amenazado

Ese 29 de agosto pasado, Roberto Adrián Gegúndez, un empresario de 53 años, estacionó su camioneta Ford Raptor negra a metros de una de sus distribuidoras de bebidas, llamada Central Oeste, ubicada en Castelar. Tardó siete segundos entre que apagó las luces de su vehículo y abrió la puerta del lado del conductor. Sus asesinos lo venían siguiendo. A bordo de un Citroën C3 blanco se acercaron al coche de la víctima mientras la ventanilla trasera del lado del acompañante se bajaba. Tardaron no más de cuatro segundos en darle dos tiros mortales. Este domingo se conocieron las imágenes del ataque.

 

La secuencia de la cámara de seguridad de la cuadra de Colectora Oeste y Chivilcoy de ese lunes a las 8.30 no deja margen de dudas. Lo ejecutaron.

Apenas la víctima abrió la puerta de su Ford, se aproximó el auto blanco con vidrios polarizados que venía a baja velocidad. Sin detener su marcha, desde una de las ventanillas del Citroën se efectuó una ráfaga de disparos. El empresario cayó directamente al asfalto. Había recibido un tiro dio en una pierna, el otro en el tórax. Un vecino que estaba barriendo la vereda salió corriendo no bien escuchó los disparos.

 

Según afirmaron fuentes del caso, se detectaron al menos cuatro orificios de bala en el vehículo del empresario.

Mientras la mujer de la víctima continúa asegurando que su marido no tenía deudas o relación con alguna actividad ilícita, Gustavo, hermano y socio de Gegúndez, les dijo a los investigadores que el empresario vivía amenazado y que en junio último, había viajado a La Rioja, donde permaneció, al menos, por 20 días. Volvió a Buenos Aires después de asegurarle a su familia que “se había enfriado la cosa”, según pudo saber Infobae.

“Estaba amenazado y tenía miedo. Algo ya sabemos del motivo por el que en junio se fue a esconder 20 días a La Rioja, pero preferimos resguardar la información para no entorpecer la investigación”, confió el vocero judicial consultado a la agencia de noticias Télam.

El fiscal Mario Ferrario, de la UFI N°3 de Morón, investiga la pista de una posible venganza. No se descarta que se hayan contratado sicarios o a una banda delictiva para concretar este asesinato con perfil de “ajuste de cuentas”. Aunque no son tan positivos los detectives sobre la chance de encontrar el auto en el que viajaban los homicidas. Desde el principio están convencidos de que “ya debe estar prendido fuego en alguna zanja”. Tampoco se conoce cuántas personas viajaban en el Citroën.

 

Lo cierto es que el empresario iba armado al momento del crimen: los investigadores hallaron en la guantera de su camioneta Ford una pistola marca Bersa calibre .22 que no alcanzó a sacar para defenderse del ataque. También hallaron el celular de Gegúndez. El teléfono fue incautado y el fiscal Ferrario, de inmediato, ordenó que lo periten para intentar determinar qué pasaba en la vida de la víctima y quiénes eran sus enemigos.

El crimen ocurrió a unos diez metros de la distribuidora de la víctima donde, a esa hora, se encontraban unos pocos empleados. Nadie escuchó gritos ni voces en los instantes previos al ataque.

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