El reciente encuentro del «Peronismo Amplio Renovador» en El Pingo se presentó como un relanzamiento político, pero resultó ser otro simulacro: discursos tibios, promesas recicladas y una ausencia total de autocrítica.
En lugar de reflexionar sobre la derrota, se omitió mencionar el saqueo que sufrió Entre Ríos en los últimos veinte años. Nada se dijo del escándalo del IOSPER, convertido en caja millonaria para familiares, punteros y medios afines. Ni una palabra sobre los contratos truchos en la Legislatura, donde hubo un sistema diseñado para el desvío sistemático de fondos públicos o el robo perpetrado en ENERSA con allanamientos en la ciudad con el edificio de la vergüenza en calle Santiago.
Tampoco se abordó el colapso de la salud, la creciente inseguridad ni el deterioro de la educación. Durante dos décadas, el Estado se manejó como un club de amigos, sin controles, sin planificación y sin vergüenza.Si bien el peronismo contó en estos años con algunas intendencias que ejecutaron el presupuesto de forma brillante, otras fueron verdaderamente desastrosas. En líneas generales, la provincia dio la sensación de haber quedado en manos de una estructura mafiosa que, desde el tercer gobierno de Busti en adelante, se dedicó a gerenciar las cajas negras de la política. El Estado se convirtió en una plataforma para un saqueo organizado: sobreprecios, contrataciones direccionadas, empresas amigas beneficiadas, venta de combustible estatal por canales paralelos y licitaciones arregladas. A esto se sumó el escándalo de la Cumbre del Mercosur en 2014, donde se gastaron millones de dólares en obras con presuntos sobreprecios, bajo la coordinación de la entonces titular de Vialidad, Alicia Benítez de Feltes. El daño infligido por una parte del PJ al pueblo entrerriano es tal que el peronismo tiene hoy el deber histórico de desmarcarse y combatirlo. Que se haya entorpecido la conducción no significa que el peronismo sea un partido de ladrones o aprovechadores. Existen muchos dirigentes decentes que pueden representar algo distinto, que no buscan cargos por el dedazo de Massa, Alberto Fernández ni del ex peronista Miguel Pichetto.La gente no votó por casualidad: votó con bronca y con memoria. Hasta que no se reconozca el fracaso, todo intento de «renovación» será apenas maquillaje. Porque el verdadero peronismo no es el que se acomoda a la decadencia: es el que la enfrenta y la termina.
Fuente: La Caldera
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