Panorama complejo: Los datos sobre el hambre en Argentina son preocupantes

Mañana, 28 de mayo, se reconoce el Día Mundial del Hambre. En este marco, la situación alimentaria en Argentina sigue siendo alarmante, especialmente para la infancia. Aunque el país produce alimentos suficientes para abastecer a más de 400 millones de personas, millones de niños y niñas enfrentan diariamente la falta de alimentación adecuada.

“Esta paradoja revela una profunda desigualdad en el acceso a los alimentos”,  afirmó Fernando Uranga, director general de Banco de Alimentos Buenos Aires. Además “destaca la necesidad urgente de políticas efectivas que garanticen el derecho a una nutrición adecuada para todos”.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), en el segundo semestre de 2024, la pobreza afectó al 38,1% de la población. Mientras tanto, la indigencia alcanzó al 8,2%. Aunque estas cifras representan una disminución respecto al primer semestre del mismo año la situación sigue siendo crítica.

Extrapolado a la sociedad, esto implica que la pobreza alcanzó a unas 17,9 millones de argentinos. Mientras tanto, unos 3,9 millones están en la indigencia. Esto significa que no le alcanzan los medios para alimentarse y vestirse.

Hambre en la infancia

Particularmente preocupante es la situación de la infancia. Un informe de UNICEF Argentina revela que más de 7 millones de niñas y niños viven en pobreza. Además, cada día, un millón de niños se va a dormir sin cenar, y 1,5 millones se saltean alguna comida durante el día debido a la falta de recursos en sus hogares.

La encuesta también indica que unos 10 millones de niños consumen menos carne y lácteos en comparación con el año anterior. Esto refleja la dificultad de muchas familias para cubrir gastos básicos de alimentación.

Efectos

Según la nutricionista Thais Barca, especialista en nutrición aplicada y nutrición deportiva funcional, el hambre crónica (que es diferente al hambre fisiológica, la cual es la que se siente entre comidas) tiene efectos negativos en el organismo a corto y largo plazo. Sin el acceso real a la fuente de energía que proviene de los alimentos, el cuerpo busca extraer a corto plazo la energía almacenada en la grasa corporal o en los músculos.

Esto provoca una inmediata “pérdida de peso repentina, reducción de masa muscular, deficiencias de macronutrientes, vitaminas y minerales. Lo cual se acompaña de pérdida de cabello, uñas débiles, dificultad para pensar, mareos y náuseas”, dijo Barca.

En la fase extrema del hambre (a largo plazo), se produce un cambio profundo en el metabolismo. Éste empieza a trabajar muy lentamente, “comprometiendo el funcionamiento de todos los órganos”, e impidiendo también la “producción de sustancias importantes como hormonas y enzimas”, aclaró la especialista. Si el cuerpo humano no posee recursos para saciar el hambre, el individuo puede terminar muriendo.

Otros síntomas del hambre crónica

– Desaceleración o interrupción del crecimiento.
– Cambios psicológicos y psíquicos, dejando al individuo apático y deprimido.
– Piel de aspecto arrugado.
– Anemia y otros trastornos de la sangre.
– Raquitismo (cuando los huesos se vuelven débiles, quebradizos y torcidos) debido a la falta de vitamina D.
– Fatiga.
– Deterioro del buen funcionamiento de todos los órganos del cuerpo humano,
– Inmunidad baja.

 

Fuente: Ámbito

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