Entre Ríos: Sancionan a jefe de comisaría por falencias en la escena de un crimen
El jefe de la comisaría quinta de Paraná recibió una dura sanción dado que no se cercó como correspondía el lugar en el que fue asesinado el ciudadano peruano Carlos Daniel Tello Morales.
El 30 de marzo pasado, el muchacho de 30 años conocido como Jairo, llegó al barrio San Martín, cerca del Volcadero municipal y se dirigió a la casa de un hombre señalado como un narco importante en la zona. A los pocos minutos se retiró y en calle Ameghino y Mosconi fue abordado por dos hombres que se dirigían en una moto. Uno de ellos le disparó nueve veces con una pistola y ambos huyeron. Tello Morales quedó tirado al lado de un tapial. Llevaba consigo una mochila y un celular con todos sus contactos y comunicaciones sobre los negocios ilícitos en los cuales estaba involucrado. Pero ninguno de los dos elementos está incorporado como prueba en la causa. Nadie sabe dónde están.
Los primeros policías en llegar al lugar del hecho fueron los efectivos de la comisaría quinta, ubicada por Ameghino a cuatro cuadras. Entre ellos estaba el jefe de la dependencia, Diego Cuevas. Según surge de la investigación y del sumario administrativo, el trabajo” la escena del crimen fue un desastre, pero no sólo por la desprolijidad por la cual cualquier curioso se acercaba y pisaba donde no debía. También por lo que sucedió con aquellas dos evidencias desaparecidas”, publica Diario Uno.
Según obra en el mencionado legajo, el policía a cargo le permitió a una mujer que se presentó como familiar o allegada a la víctima que se llevara el celular del hombre asesinado. Y lo mismo hizo respecto de la mochila con una persona que ni siquiera acreditó relación alguna con Tello Morales. El responsable de estas acciones habría sido el jefe de la comisaría; de todos modos, si hubiese sido alguno de sus subalternos, la responsabilidad también cae sobre su espalda.
Ambos elementos eran muy importantes para la investigación a cargo del fiscal Mariano Budasoff y la División Homicidios. En la hipótesis de que la víctima había ido a la casa del vecino del barrio San Martín a pagar o cobrar una fuerte suma de dinero en efectivo, la mochila era un indicio clave. Y hoy en día, un celular es clave en todas las investigaciones penales, pero más aún en un crimen con sello narco y la modalidad del sicariato. En este homicidio todos callan y muchos mienten. El teléfono de la víctima podría haber hablado en altavoz para esclarecer el hecho.
La mujer que se llevó el celular está identificada en la causa y estuvo entre las primeras imputadas. Se trata de una amiga de la novia de Tello Morales, quien reconoció haberse llevado el teléfono, pero nunca lo aportó. Por esto, está formalmente acusada por encubrimiento. La otra imputada por el mismo delito es la novia de Jairo, quien mintió deliberadamente en su testimonio ante el fiscal.
Cuevas recibió como sanción 10 días de arresto por su accionar.
Unos días después, se sucedieron una serie de allanamientos en el barrio San Martín, apuntando al hombre que recibió en su casa a la víctima minutos antes de los disparos, y a su entorno. Resulta que, según se desprende de la investigación, funcionarios de la comisaría quinta debían marcar la casa de ese señor, muy conocido en la zona por las sospechas sobre sus actividades ilícitas. Pero cuando arribaron los policías al lugar señalado, era la casa equivocada. Luego sí dieron con el domicilio correcto, pero la redada previa otorgó un tiempo prudencial para que el hombre se descartara de elementos incriminatorios que pudiera tener.
De todos modos, la pesquisa por el asesinato ha podido avanzar en poco más de un mes: se han secuestrado dos autos que tuvieron algún tipo de participación en la operación que terminó con la vida de Jairo y estarían ubicadas las personas que podrían haber tenido algún rol o colaboración con los sicarios.
Otra falla, en otra comisaría
El otro funcionario que quedó mal parado en una investigación por un hecho grave fue el jefe de la comisaría 13°.
El sábado 26 de marzo ocurrió un fatal accidente de tránsito en la intersección de calles Newbery y División de los Andes. Allí ni siquiera se resguardó la escena, se trabajó como un choque menor y tampoco se realizaron las averiguaciones básicas para esclarecer una fatalidad.
Aquella noche, chocaron dos motos, una Honda Wave de 125 cc. Y una Motomel de 250 cc.. En la primera iba Roberto Carlos Vázquez, de 47 años, quien sufrió gravísimas heridas. Lo subieron a una ambulancia y lo trasladaron al hospital San Martín, donde estuvo internado con asistencia respiratoria. Murió al mediodía del domingo.
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