Celulosa Argentina entró en concurso preventivo de quiebra

Celulosa Argentina, la emblemática papelera con más de un siglo de historia, atraviesa una etapa crítica que amenaza su continuidad. Tras meses de default, plantas paralizadas y un intento fallido de reestructuración de deuda, el directorio decidió presentarse en concurso preventivo de acreedores para intentar evitar un desenlace desordenado.

El último balance refleja la magnitud del problema: la empresa acumuló pérdidas por $172.634 millones, con una caída de ingresos del 44%, un EBITDA negativo de $20.146 millones y un patrimonio neto en rojo de $23.774 millones, lo que la coloca en situación de quiebra técnica.

Ventas en derrumbe y plantas paralizadas
El directorio reconoció en el acta del 29 de agosto que “la Sociedad ha sufrido una significativa caída en sus ventas, llegando al orden del 52% en el último semestre respecto del mismo período del año anterior”. Las ventas internas bajaron un 32% en toneladas, mientras que las exportaciones aumentaron 104%, aunque con márgenes mucho más bajos.

La empresa admitió que “los costos de la operación han aumentado en forma significativa, en especial medidos en dólares, y no pudieron ser trasladados a precios debido a la falta de demanda y a la amenaza de la importación”. Esto provocó una caída de la rentabilidad bruta del 17% y de la operativa del 31%, frente a márgenes positivos de 25% y 14% el año anterior.

Ante la falta de liquidez, la compañía paralizó sus plantas de Capitán Bermúdez (Santa Fe) y Zárate (Buenos Aires) desde fines de julio. Además, la subsidiaria correntina Forestadora Tapebicuá interrumpió su producción por tiempo indeterminado, afectando a más de 500 trabajadores y generando subsidios de emergencia por parte del gobierno provincial.

Default, reestructuración fallida y presión judicial
La situación financiera se agravó en mayo, cuando Celulosa declaró que no podía afrontar los vencimientos de cheques y obligaciones negociables, entrando en default. En junio presentó una propuesta para reestructurar u$s128 millones de deuda, que incluía postergar pagos por dos años, aplicar intereses reducidos y subordinar créditos del accionista mayoritario por u$s21 millones. El plan no logró la adhesión necesaria de los acreedores.

La situación empeoró cuando Tecmaco Integral, uno de sus principales acreedores, solicitó la quiebra de la compañía ante el Juzgado Civil y Comercial Nro. 1 de San Lorenzo, Santa Fe.

Tras el default, la empresa quedó sin acceso a crédito: “la Sociedad debió pasar a una operatoria de pago contra entrega, al contado o con cesión de cheques de terceros”. Este esquema solo se sostuvo unas semanas, hasta que la falta de capital de trabajo volvió inviable la continuidad productiva.

La búsqueda de nuevos socios
Los aportes de capital del accionista mayoritario, de unos u$s7,6 millones, no alcanzaron para revertir la crisis. Por ello, la conducción afirmó que “existen aún varios grupos evaluando la posibilidad de ingresar como socios a Celulosa Argentina y aportar los fondos necesarios para recomponer el capital de trabajo, pero los tiempos y los resultados de este proceso son inciertos”.

El directorio también aseguró que se utilizará “cualquier herramienta legal que coadyuve a preservar la continuidad de la Sociedad, la integridad de sus activos y la estabilidad de sus fuentes laborales”, motivo por el cual se formalizó la presentación en concurso preventivo.

La medida marca un punto de inflexión: Celulosa deberá negociar con sus acreedores bajo supervisión judicial, mientras las plantas permanecen paralizadas y cientos de trabajadores siguen en incertidumbre.

Un grupo al borde del colapso
La crisis también afecta a las subsidiarias. En Corrientes, Tapebicuá frenó la producción en plena recesión de la construcción, en Uruguay, Fanapel enfrenta problemas de capital de trabajo que amenazan su operación. En Argentina, el parate de Capitán Bermúdez y Zárate deja al mercado local sin uno de sus actores históricos.

Celulosa Argentina atraviesa un escenario límite: sin producción, sin liquidez y con un default sin resolver, la compañía inició el concurso de acreedores mientras aumentan las presiones judiciales y financieras. El futuro dependerá de conseguir inversores externos, llegar a acuerdos con los acreedores y recomponer su capital de trabajo antes de que el colapso sea irreversible.

Fuente: Ámbito

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