Bebé tratado con fentanilo contaminado sigue internado y tendrá secuelas de por vida

“Les diría que, literal, espero que nunca le pase algo así a nadie de su entorno porque es muy feo. Nadie se merece esto, ni siquiera una persona muy mala. Me gustaría que paguen por lo que hicieron. Gio va a tener que hacerse controles toda la vida y hoy no puede estar en brazos de su papás por culpa de lo que le pasó”. Las palabras son de Sol, una joven de 20 años que es la mamá de Giovanni, su primer hijo, internado desde el mismo día en que nació, el 26 de abril.

El parto fue por cesárea y transcurrió sin complicaciones. Giovanni nació en una clínica privada de Córdoba, y en sus primeras horas de vida fue acompañado por su papá, Darío, mientras Sol era trasladada desde el quirófano. “Estaba feliz, aunque todavía no lograba caer del todo”, recuerda Darío, mientras observaba a su hijo recién nacido.

Sin embargo, ese breve momento de calma pronto se quebró. Giovanni emitió un quejido que alertó a los médicos. “Como si fuera algo respiratorio”, explicó Darío. El bebé fue llevado a Neonatología y allí permanece hasta hoy.

 

El vínculo con el fentanilo contaminado
En los primeros días de mayo, Giovanni se descompensó. Como parte de la asistencia médica recibió una dosis de fentanilo, un potente sedante, que luego se supo estaba contaminado con bacterias multirresistentes. Es el mismo lote que fue producido por los laboratorios HLB y Ramallo, y que se encuentra bajo investigación de la Justicia Federal por estar vinculado con la muerte de al menos 40 personas.

La historia clínica de Giovanni se entrelaza con ese escándalo nacional. Según datos judiciales, 1.700 ampollas del lote Nº 31.202 llegaron a la Clínica Vélez Sarsfield, donde nació. Aunque el Ministerio de Salud de Córdoba había informado que la provincia no había adquirido esos productos, el sector privado sí los utilizó.

De hecho, se distribuyeron 16.002 ampollas en 18 centros de salud privados en Córdoba. Son parte de un total de más de 76.000 unidades que el Juzgado Federal Nº3 de La Plata investiga en varias provincias, incluidas Jujuy, Santa Fe, Buenos Aires y CABA.

 

Las secuelas de una infección que pudo evitarse
“Me acuerdo de ver a Giovanni intubado y observar que había una etiqueta entre las cosas que le daban. Decía ‘fentanilo’”, relató Darío a Clarín, al recordar lo ocurrido el 9 de mayo, cuando su hijo sufrió la primera gran descompensación.

Aún hoy es difícil saber con certeza si la medicación contaminada fue la causa o la consecuencia de esa crisis inicial. Pero lo cierto es que el bebé se infectó con klebsiella pneumoniae, una bacteria altamente resistente, y desde entonces comenzó un derrotero de antibióticos que no lograban frenar la infección.

“Pasaban los días y seguíamos sin poder verlo. Nos contaban que saturaba mal oxígeno o que no saturaba como tenía que saturar. Estaba con respirador”, recordó Darío. Sol agregó: “Apenas se supo por hemocultivo que tenía klebsiella, la pregunta de los médicos empezó a ser cómo se la podría haber agarrado”.

 

Una batalla contra el tiempo y las bacterias
El caso de Giovanni se inscribe en la misma lógica que desconcertó a médicos del Hospital Italiano de La Plata, donde estalló el caso del fentanilo contaminado: pacientes que adquirían bacterias multirresistentes sin que hubiera una fuente clara de contagio.

Darío detalló que a su hijo le administraron “como cuatro o cinco [antibióticos], uno atrás del otro, y la bacteria seguía dando positivo en los hemocultivos”. Las consecuencias fueron múltiples: fallas en riñones, pulmones y corazón. “Querían evitar una falla multiorgánica porque eso iba a ser irreversible”, dijo.

“Llegó a un punto en que no tenía esperanza de vida. Ya habían probado con todos los antibióticos posibles, pero no le hacían nada y ya ni siquiera orinaba. No respondía”, recordó Sol. Como última alternativa, los médicos optaron por un antibiótico no recomendado para recién nacidos, que logró eliminar la bacteria, aunque dejó secuelas hepáticas importantes.

 

Meses de virus y recaídas tras superar la infección
Superada la klebsiella, Giovanni siguió siendo muy vulnerable a otras infecciones. “Después de que dio negativo para klebsiella pneumoniae, empieza la lucha con los otros microbios”, contaron sus padres. En junio y julio contrajo varios virus, incluso bronquiolitis, lo que postergó más de una vez el tan esperado alta médica.

“Fue justo cuando hace muy poquito nos están dejando alzarlo a upa por primera vez”, compartió Darío. También pudieron empezar a darle “buenas dosis de leche”, aunque siempre por sonda. Giovanni aún no sabe succionar ni tragar por sí solo, debido a la prolongada asistencia respiratoria que tuvo.

Hoy, el bebé está más activo, despierto, y sus padres hacen lo posible por construir el vínculo familiar en medio de la internación. Le leen cuentos, le cantan canciones, lo acarician. Están a la espera de una autorización de su obra social para que pueda recibir la leche mediante un botón gástrico, mientras inicia un proceso de rehabilitación con fonoaudiología.

 

La espera del alta y el pedido de justicia
Sol y Darío ya tuvieron que volver a sus trabajos, pero se turnan para acompañar a Giovanni. Son los únicos padres con permiso especial para permanecer en Neonatología sin límites de horario, dada la gravedad del caso.

“Claro que me hubiera gustado darle la teta y tenerlo en brazos desde el primer momento, pero ya superé todo ese dolor. Nada de eso me va a hacer menos mamá. Que con 20 años y teniendo tu primer bebé te pase esto, es horrible. Me gustaría que los responsables paguen por lo que hicieron”, concluyó Sol, con la entereza que solo da el amor y el desgaste de una batalla injusta.

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