Ha transcurrido el primer mes del año 2021 y dejamos atrás un año especial.
Sin duda alguna de todos los años que compartimos en el ocaso del siglo XX y en las primeras dos décadas de este siglo XXl, el 2020 va a quedar grabado en nuestras vidas.
Fue un hito, un fenómeno, un llamado de atención para el mundo entero, para nuestro país, la sociedad, las instituciones educativas y cada uno de sus habitantes.
Comenzamos el año teníamos ante nosotros un cúmulo de sueños por concretar.
Se abría un abanico de alternativas, pero a mediados de marzo la vida humana, en el aspecto social y personal dio un giro rotundo y dio paso a una nueva realidad.
La virtualidad, permanecer en el hogar, congelar los encuentros y reuniones; interiorizarnos de las redes, sumergirnos en la tecnología, promover los aprendizajes mediante plataformas.
Siendo críticos y optimistas, cada integrante en su hogar vivió otros vínculos padres e hijos pudieron disponer de tiempos en varios casos postergados, acentuando la colaboración, buscando soluciones mancomunadamente.
Muchos trabajadores cumplieron con las obligaciones desde sus domicilios.
Así se adaptaron a las nuevas exigencias.
Aparecieron palabras que si bien las empleábamos se convirtieron en una suerte de rutina “protocolo”, “personas de riesgo”, “aislamiento”, “distanciamiento” y otras.
También las personas que perdieron el empleo, reinventándose al buscar alternativas laborales nuevas, apelando a la creatividad e imaginación para poder subsistir.
Los sectores más vulnerables: la niñez y ancianidad privadas de la libertad, el desplazamiento, el contacto social.
Las plazas y espacios verdes despoblados, los clubes sin miembros y actividades, las instituciones sin proyectos, un paisaje social teñido de grises, sin matices ni energías.
Los múltiples y anónimos médicos y personal de la salud destinando su profesión y abnegación ante tantos enfermos y un trago amargo…no poder ver partir a los seres queridos como desearíamos, emprendiendo su viaje solos y sin despedidas.
Paulatinamente se fueron otorgando ciertas libertades.
La vida comenzó a salir de los tonos grises para dar lugar a los colores que implican retomar el curso de las acciones con miras a una “normalidad” que no es la que estábamos habituados hasta el año pasado.
¿Qué lectura podemos hacer de esta Pandemia inesperada?
¿Qué mensaje nos quiere dejar Dios de este año vivido?
Cada uno tendrá sus respuestas…
-Ser más sencillos.
-No correr detrás de tantos compromisos.
-Saber esperar.
-Cuidarse desde la higiene personal hasta los contactos con el prójimo.
-Revalorizar el clima familiar, contentarse con lo que se puede lograr y podríamos seguir enumerando más razones pero fundamentalmente nos deja este aprendizaje.
“Vivir el hoy”.
El pasado sabe a experiencia y recuerdos, el futuro es incierto y no sabemos cómo lo vamos a encarar, por lo tanto dar lo mejor de nosotros en cada día ese es lema meridiano que debemos afrontar, para ser felices y alcanzar la paz.
El año 2021 implicará desafíos, los estamos palpitando, con optimismo, responsabilidad y cuidados viviremos un año mejor.
Aporte para EntreRíosYA de Rodolfo A. Casse
(Profesor en Filosofía, Psicología y Pedagogía.)