Amalia tiene 97 años, tuvo coronavirus y lo venció

Amalia tiene 97 años, tuvo coronavirus y lo venció

Amalia Quintana de Serra , de 97 años, que contrajo el Covid-19 en el geriátrico Carpe Diem de Recoleta -que fue noticia porque debió ser evacuado al encontrarse unos 37 casos en la misma jornada-, ayer recibió el alta en el Hospital Argerich. Después de pasarse 15 días internada y aislada de sus seres queridos, superó la enfermedad.

“Me emociono”. Pedro Serra , de 72 años, uno de los tres hijos de Amalia, no puede evitar quebrarse “de alegría”, al hablar con La Nación de la recuperación de su mamá a quien, en algún momento, pensó que ya no volvería a ver.

Pedro publicó un posteo en su cuenta de Facebook donde relata la grata noticia y donde además agradece al personal médico, de enfermería y de limpieza del Argerich, el centro de salud público de la Boca donde su Amalia estuvo internada. “Infinitas gracias por habernos devuelto a mamá”, dice el texto, en el que aclara que no pudo conocer a ninguna de esas personas porque, como es lógico, “las visitas a los enfermos están absolutamente prohibidas”.

Pedro confiesa que no veía a su madre desde el 12 de marzo pasado, una semana antes de que se iniciara en el país el aislamiento social obligatorio, porque a el geriátrico había restringido las visitas. Y que se enteró que su madre estaba siendo evacuada de ese lugar la noche del 7 de mayo.

Se enteró por televisión

“Fue tremendo -relata-. Prendo la televisión y me encuentro con Carpe Diem, el geriátrico, las ambulancias del SAME en la puerta, la evacuación. Mi hermana me manda un WhatsApp desde Francia donde está viviendo y me dice: ‘Estoy viendo LA NACION. Hay una foto de mamá, que la están sacando del Carpe Diem”.

Amalia fue una de las 37 personas que en ese lugar, ubicado en Paraguay al 2400, habían dado positivo en el test del virus SARS-CoV-2 , en un hecho que conmocionó entonces a la opinión pública.

“Ahí nos enteramos que mamá era positiva asintomática. La llevaron directamente al Argerich. Los primeros días fueron muy terribles para nosotros. Fue todo de urgencia y no la podíamos ver, teníamos miedo de que ella sintiera una sensación de abandono, que dijera ‘mis hijos no se acuerdan de mí'”, cuenta.

El hombre relata que su mamá llegó a recibir oxígeno y a tener un principio de neumonía, además de recibir suero por estar inapetente, pero no llegó a estar en terapia intensiva. La rutina de llamar diariamente para ver cómo estaba su mamá fue, según su relato, atendida siempre de manera atenta y eficiente.

“Los médicos con los que hablé, amorosos. Todos encantadores”, dice Pedro, que en su posteo agradece a las doctoras Julia di Rado , Luciana Nigro y Malena Viola . En diálogo con este medio, también agregó a Lucas Martínez .

“Médicos, enfermeros, los que limpian, corren un riesgo tremendo y lo hacen con cariño, con intención de servicio. No me queda más que elogiar a la salud pública cómo han actuado en este caso”, agrega el hijo de Amalia.

Pensaron lo peor

Pedro confiesa que por momentos, tanto él como sus hermanos, temieron lo peor. “Mamá con 97 años, casi 98, tiene marcapasos, tenemos que hacernos la idea de que no la vemos más. Lo que me dolía es que, después de vivir tantos años, en el momento del fin no le pudieras apretar la mano”, sostiene.

Pero por suerte nada de eso pasó. Luego de estar más de dos semanas internada, Amalia dio negativo en el test de coronavirus, fue dada de alta y regresó a Carpe Diem. Y Pedro, por fin, pudo verla, aunque a través de un cristal: “Me la dejaron ver a través de una puerta de vidrio. La vi muy disminuida, muy flaquita. Le hice un adiós con la mano”.

Además, Amalia vivió todo el proceso de manera consciente. Según su hijo, ella “está bien de la parte mental”. “Siempre bromea con que lo que le fallan son los ‘optionals’, como la vista o el oído, pero que su ‘drama’ es que adentro de la cabeza tiene todo bien”, cuenta entre risas Pedro.

Además, en su breve visita, Pedro le llevó a su mamá su bastón, que él mismo había rescatado del geriátrico luego de la evacuación. “Se lo llevé también como un símbolo de que ahora es el momento de volver a andar”, dice.

El último reporte del propio Pedro sobre la salud de su madre lo recibió de boca de ella a través de un llamado telefónico. “Hoy llamé y pude hablar con ella. Había comido bien, había dormido bien, había desayunado. Se quejó un poco de que por un tiempo seguiría sin poder ver a nadie, eso sí”.

También resalta es que ella no se ha quejado de su experiencia hospitalaria: “Me dijo que no guardaba ningún recuerdo amargo de su estadía en el Argerich, sino todo lo contrario, dijo que la trataron muy bien”.

Ahora que pasó este mal trago, solo resta tener la paciencia necesaria para esperar a que la pandemia termine y que vuelvan los contactos, sin cristal de por medio.

 

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