Alberto Fernández está contrariado por los cacerolazos en contra de los arrestos domiciliaros a los peores presos de la Argentina y en Olivos juran que se trató de una protesta empujada por la oposición que rompió el pacto tácito de apoyar al Presidente hasta que termine la crisis sanitaria, social y económica causada por la pandemia del coronavirus.
En la intimidad de la quinta presidencial se cuestiona a Juntos por el Cambio y su presunta vinculación con los fuertes cacerolazos que se escucharon anoche en las principales ciudades del país, pero también se critica a los diputados, senadores, intendentes, ministros, secretarios de estado y gobernadores oficialistas que no aparecieron en los medios de comunicación asegurando que Alberto Fernández siempre estuvo al margen de la suelta de presos comunes con la excusa de la amenaza del COVID19.
Solo la ministra de Justicia, Marcela Losardo, apareció en escena después de la ola de cacerolazos. Y Losardo, además de ocupar la cartera de Justicia, es amiga personal del Presidente. Una dato significativo que permite explicar -al margen de las razones políticas- porque puso la cara en TN.
En este contexto, Alberto Fernández ya asumió que su relación política con Juntos por el Cambio sufre la fatiga de la cuarentena, pero aún desea avanzar hacia una nueva fase del confinamiento con el apoyo de la principal fuerza opositora.
El Presidente no tiene intenciones de causar falsas expectativas, pero la cuarentena obligatoria puede derivar a optativa si la duplicación de casos es en cámara lenta, el comité avala esa decisión política y la oposición acompaña sin fisuras.
Y si a los catorce días -25 de mayo- la curva al final creció en términos geométricos, se podría ordenar una cuarentena regrese de optativa a obligatoria.
Fuente: InfoBae
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