FaceApp fue creada por el ruso Yaroslav Goncharov y usa redes neuronales para escanear caras y aplicarles distintos tipos de filtros: hacerlas más viejas, jóvenes, agregarles distintos tipos de barbas o cambiarles el género. Fue desarrollada por la empresa rusa Wireless Lab y se hizo muy popular en 2017, en iOS y Android. Y ahora volvió a ser furor con la última actualización.
Pero para los desconfiados, o mejor dicho, precavidos, al usarla se le otorga demasiada información a la empresa desarrolladora sin saber bien qué términos y condiciones se aceptaron.
Miguel Sumer Elías, abogado y profesor en Derecho Informático, sugirió leer los términos y condiciones de las aplicaciones. Advirtió sobre “la letra chica” de FaceApp, la app que volvió a ser furor en Argentina y en otros países. Antes era por la función de envejecer rostros y ahora por cambiar el género de la persona. “No hay que ser tan ingenuo”, señaló respecto a los permisos que se otorgan para usar el programa.
“No hay mucho misterio de FaceApp. Si leés la letra chica (de términos y condiciones), como en la mayoría de los contratos, dice que van a acceder a contenidos como fotos y videos para almacenamiento. Agrega que no lo comparten con terceros. Pero dice «salvo a empresas u organismos con los que tengamos algún convenio». No especifica con quién. Puede ser el gobierno, servicios”, dijo Sumer Elías.
El especialista señaló que “no hay que ser tan ingenuo” a la hora de descargar aplicaciones y otorgar permisos a dichos programas. “Es increíble la dualidad e incoherencia que existe. Somos activistas de la privacidad, pero a las aplicaciones no sabemos qué permisos le damos. Ese es el debate”, expresó a Radio 2 de Rosario.
“Ven la palabra gratis y descargan aplicaciones para ver qué onda. Incluye permisos y a las aplicaciones se los damos”, indicó.
Sumer Elías añadió que la interceptación telefónica “no se puede evitar” y explicó que el cifrado de los mensajes está hecho para que “no se entiendan” los chats. “Está buenísimo desde el punto de vista de la privacidad, pero puede complicar investigaciones judiciales”, remarcó.
El presidente de la Fundación Australiana de Privacidad, David Vaile, también advirtió sobre el almacenamiento de los datos que hacen las aplicaciones. “El reconocimiento facial se está convirtiendo rápidamente en uno de los elementos clave de la identidad digital y, por lo tanto, las personas deberían considerar la posibilidad de proteger su imagen facial de la misma manera que deberían proteger otros elementos de su identidad, como su fecha de nacimiento, número de contribuyente y demás”, indicó.
Qué datos recopila FaceApp
La realidad es que la aplicación no recopila más información que otras que usamos a diario. “Contenido del usuario (por ejemplo, fotos y otros materiales) que se publican a través del servicio”, explican al aceptar los términos y condiciones.
Pero también realiza un “monitoreo” de la actividad del usuario, incluidas “las páginas web que visita” y su ubicación, y junta “metadatos” sobre cómo interactúa el usuario con el servicio. Esto podría parecer innecesario en principio, pero es para trackear el comportamiento del usuario.
En cuanto a la seguridad, FaceApp advierte: “No venderemos su información a terceros fuera de FaceApp”. Pero cuando aceptamos usarla, estamos dejando que tengan acceso a información más sensible de la que creemos.
¿Qué aceptamos cuando actualizamos FaceApp?
La aplicación se actualizó el pasado 6 de junio. Al aceptar los términos y condiciones, le estamos dejando a FaceApp que registre la IP de nuestro dispositivo (la identificación). También sabrán a qué página entramos antes de usar su sistema.
Pero básicamente le estamos entregando la morfología de la cara. Esto, que en algún momento podía parecer menor, en 2020 no lo es: es información valiosa para, por ejemplo, desbloquear teléfonos. Y FaceApp hace un análisis muy riguroso de nuestras facciones.
Además, no sabemos exactamente qué hace FaceApp con nuestra información. Pueden guardarla y tenerla para siempre, básicamente, puesto que aceptamos los términos del contrato al empezar a usarla.
Por otro lado, al estar los servidores de la aplicación en Rusia, la política de privacidad de FaceApp queda por fuera de la aplicación de la legislación comunitaria sobre protección de datos de la Unión Europea. Y esto es un problema porque los estándares de la UE son exigentes, pero no afectan a FaceApp.
De hecho, en 2019 cientos de miles de usuarios le pidieron a FaceApp que borrara sus datos personales. Luego de que todos, claro, hubiesen aceptado que la aplicación los tuviera, desde los términos y condiciones.
FaceApp no para así de sumar polémicas. Ahora, con la conversión de sexo, todos están probando la nueva función. Hasta tuvo acusaciones de racismo cuando muchos detectaron que sus filtros blanqueaban la piel de usuarios con tez más oscura.
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